Felicidad.


Es el día D y la hora H,
es decir...
no sé ni qué hora, ni qué día es...

Amanece en la ciudad, 
tampoco se qué ciudad es...
Pero el cielo está entristecido.

Tierno, derrama lágrimas 
sobre los pequeños y frágiles humanos,
que caminan a la deriva sobre el asfalto cansado.

Yo estoy despierta.
Camino por el lugar en ropa interior, 
Tomo la taza de café y respiro su aroma.

Paseo por mi hogar, cálido...
quizá sea sábado, 
puesto que él sigue ahí.

Dormita relajado sobre las sábanas blancas,
y aun desde aquí, siento su respiración...
Me abraza y conmueve...

Le abandono un segundo para centrarme 
en las diminutas gotas que llaman al cristal,
muescas de vida.

Todo es blanco aqui, excepto el cielo grisáceo.
me acerco al ventanal y apoyo mi cuerpo,
casi desnudo.

No tengo edad, ni mañana, ni ayer...
sólo estamos ella y yo.
Esa ciudad que no atisbo a averiguar cual es.

Fumo, eso si...
Fumo y bebo mi capuccino extradulce,
me reconforta.

El salón está desordenado,
hay restos de la cena,
copas de vino derramadas en la mesa,
rosado...

Mi carmín está desperdigado en forma de besos por el mantel,
y su camisa...

Vuelvo a él... me mira en sueños.
Sus pupilas descansan nuestra felicidad,
sus pestañas se mantienen firmes,
mi mirada le acaricia...

Tiene medio cuerpo enredado entre las sábanas, 
desnudo.

Y su piel... su piel tersa y suave 
me pide a gritos su dosis de caricias,
pero no quiero despertarlo, aún es pronto.

Oigo un ligero maullido que me acaricia el tobillo,
reclama el amor que ya no tanto le regalo,
desde que llegó él.



Respiro profundamente.
Y lo suelto, deseando que este momento no acabe nunca.
Paz, armonía...

Mi corazón está en calma...

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