Detalles


Cómo describir esa sensación...
ese frío interno tan cálido...
esos colores grises, a rayas
esa melodía dulce y melancólica...

Lo recuerdo frío, muy frío...
siempre calmado y pausado
me transmitía tranquilidad

Aquella ventana que apenas dejaba
entrar la luz.
Esa luz que lamía sus mejillas de mañana
cuando me infiltraba de imprevisto en su cama
y sin esperarlo, abría suavemente los ojos
al notar el calor de mis labios acariciando los suyos.

Entonces saltaban chispas y se iluminaba
dejando atrás la luz de esa lamparita
que siempre velaba sus sueños...

Y las horas pasaban como segundos
en ese despertador con números rojos
centelleantes

Lo frío de las sábanas...
el calor de su cuerpo...
puro invierno
casto y puro...
siempre fuera de aquel habitáculo.

Todas aquellas imágenes que me miraban por la noche,
esa especie de "reloj"
un tanto extraño
dónde me contaba que escondía a María

Esa cajonera, donde siempre
siempre podías encontrar aquello
que estabas buscando

Sus altavoces,
que después fueron míos
y formaron parte de aquella habitación
que por meses fue nuestra
antes de marcharse

El armario empotrado de madera,
donde cuando siempre se me ocurría mirar
encontraba al menos unos pantalones míos
entre cientos de camisas a rayas o cuadros.


Y mi cajón de la ropa...
con mi ropa interior del finde anterior
y siempre algo que dejaba por si acaso
aún queda algo...

Ahora me fumaría uno de esos que me quitan las tontunas...
Pero hoy no.

Y en la pared, la guitarra.
La guitarra más bonita del mundo

-su guitarra.

éste es el diario de mis nostalgias
y ahora echo de menos su guitarra
esa que a veces me irritaba tanto
porque le prestaba más atención que a mí.

Recuerdo hasta la lámpara, con detalle
los pomos de las puertas,
el color y la textura del suelo.

Cada minúsculo detalle
de aquel cuarto que por años fue mi hogar...
Antes de empezar a ser rojo sangre,
y sangrar por las paredes como mi corazón partío.

Y no penséis que le echo de menos
no echo de menos estar con él

Echo de menos todos esos minúsculos detalles,
que aún y ahora recuerdo con tanto detenimiento.

Y podría escribir un libro dedicado a su sonrisa
a los pelitos blancos de su barba
y a los pelirrojos

a sus pestañas, a las grietas de sus labios
a sus uñas, y sus dedos desgastados de tocar...
a su lengua y su tacto suave, húmedo y ardiente
a su ombligo,
y a la textura de la piel de sus pies,
a aquellas costritas que tanto odiaba y frotaba
con entusiasmo con aloe
para que no le molestaran nunca más

A cada uno de los besos que nos robamos
a las peleas en su cama, escuchando hardcore...

A los abrazos, de felicidad, en algún concierto,
a las gominolas y el azúcar repartido por las sábanas

A sus coches y los kilómetros recorridos
a Almería, y sus días solos...

Al sexo en la playa,
o frenético, detrás de la puerta
tumbados en el suelo, bajo las tenues luces
al desconocer la existencia del pestillo de la puerta.

A aquel detrás de la puerta del baño,
cuando llegaron gritando mis hermanos pequeños...

Y también recuerdo el día del vestido azul,
y mi Nano gritandole a mis padres que
"se me veían las bragas"
estando tumbada en mi cama con él...

a las frases que aún quedan marcadas a fuego
en las paredes de mi antiguo cuarto,
y de mi antiguo pasillo
y de mi antigua alma.

Podría escribir un libro con sus recetas favoritas
definiendo con detalle, cómo prepararlas
para que estén justo tal como a él le gustaban...

Y cómo mi abuela le llamaba de manera equivocada
la primera vez que le vio,
cuando lo presenté y aceptaron
como uno más de la familia...

Las fantas de naranja que tanto odié siempre
los viajes al chino, a comprar golosinas
para parar un camión e hincharnos a ver
películas sin salir de las mantas...

El día que llegó Willy a nuestras vidas,
cómo le bautizó con mil nombres distintos hasta
darle el que tiene ahora...

Cómo pateamos tienda tras tienda para encontrar su cama
cómo sufrimos juntos para curarle sus diversas enfermedades
cómo nos contagió y padecimos juntos...

La manera en la que me irritaba su impaciencia
cuando me enseñaba a conducir,
y que decidiera tan alta la posición de mi primer tatuaje
para toda la vida...

Aquel viaje en coche
sólo porque me echabas de menos
y me había ido el día anterior...

La vez que apareció, frente a mí, de sorpresa
casi al llegar a casa, y las lágrimas me juegan una mala pasada
al acordarme...
cuando levanté la cabeza, y ahí estaba él...
vestido de traje...

Las mentiras sobre pérdidas de autobuses
para quedarnos haciendo el amor en el rellano
del último piso de mi edificio

Las noches comiendo bandejas
de napolitanas del mercadona
por web cam...

Cómo me enseñaba a liarme los cigarros en el puerto
y me pagaba los cafés
(siempre con dos azucarillos)

Los paseos por el Carrefour de largas horas,
las noches de fotografía.

Las largas vueltas a casa,
para estar otra semana más sin verle...



El día que le robaron la guitarra...
Mi primer concierto suyo...

Aquella primera vez en su sofá...

Mi primera raya de Speed presenciada
y sus lágrimas de arrepentimiento...

El vodka con redbull...
Más tarde burn...
El Chesterfield que tanto rasgaba mi garganta
que casualmente, convertí a Marlboro...

Aquellos paseos por Holanda
que me recordaban tanto a él
hasta volver, y sin casi bajar del avión
estar ya en sus brazos...

La falta de paciencia y tiempo
las imprudencias cometidas
Los calcetines de rayas
y el arroz con verduras de su madre,
siempre dulce...

El color de su pelo, enredándose entre mis dedos
y su manera de quererme, siempre
niña, mujer, rubia, morena, pelirrosa...

Cuando decía que todas las canciones
que escribiría serían para mí
con tanta seguridad en sus palabras...

El exámen de ingreso al curso
que soplaba a escondidas...

Las noches de fiebre a su lado
siempre atenta al paño húmedo
y el vaso de leche calentito con su respectiva medicación...

Los días en los que las gaviotas
parecían niños rabiosos
llorando histéricos...

El pánico a las cucarachas...
El Nestea en polvo
Y la gelatina de piña que nunca probamos...

Los churros en año nuevo...
Reirnos y llorarnos de todo...
Siempre juntos.

Saber que no existía más mundo
que el que se abría ante los dos
que eramos uno solo...

los "Ya te echo de menos"
cuando apenas hacía 10 minutos que me había levantado de la cama
El gel de Vainilla
y el de chocolate...

y llevo más de una hora recordando...
y no me canso...
y no cesan los momentos y las imágenes que vienen a mi cabeza

Con todo detalle, como si al cerrar los ojos
estuviera aquí, a mi frente...
Aguamarina.

El olor de su cuerpo, sus lunares,
su sabor...

Las miradas de orgullo
y las de decepción...



Y no busquéis intenciones
son simplemente memorias...


Creo que con tus maletas
te llevaste mi capacidad de amar
si la encuentras, escondida entre los cajones...
quémala
y que hoy y por siempre
permanezca en mi recuerdo
que por lo bueno
y por lo malo
nunca nadie podrá reemplazarte
y ya no deseo que así sea.

Siempre te quedé demasiado grande
y ahora,
me he quedado pequeña...

1 comentario:

  1. He llorado tanto al leer esto. Ya te imaginarás por qué. Joder, cómo te entiendo, hermana.

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