Infinito.


De piedras y cicatrices se trata,
de promesas autofaltadas y ausencia de integridad,
de autocontrol,
autosuficiencia y superación.

El corazón sólo es un músculo y no decide, 
no hay opción a debate ni réplica. 

La esperanza es una zorra mal pagada y rencorosa,
y no hay nada peor que las expectativas sobre fallos.

Pues la gente no cambia,
y si no existe un Dios,
me permito la licencia de creer en un destino,
donde los errores van escritos
y en el que se narran las historias que a veces no contamos.

Es cuestión de prioridades, 
de pulso entre el orgullo y la fuerza de voluntad,
de la guerra dentro de una cabeza desamueblada, 
que se aferra a lo que cree posible cambio,
que no valora pros ni contras,
sólo estrella su frente contra el asfalto mientras ve saltar sus dientes,
hechos añicos, 
una vez más.

Y como todas las palabras que rebotan en oídos sordos,
se transforman en lírica y dan vida a mi depósito,
en nombre de estas me propongo el reto,
de aguantar y ser valiente,
pues tormentas y mareas no son fieles,
pero una debe serlo,
a sí misma y sus caídas,
y a sus pies heridos al levantarse.

De piedras y cicatrices se trata...
una más y hasta la próxima.

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