Here I go again.

Otro día se escapa, y me encuentro cansada, 
pero con la extrema necesidad de dividirme entre letras, 
pues hace mucho que la vida no me permite sentarme a vomitar.

La verdad, y siendo honesta, 
hoy no soy triste,
 tampoco lo fui ayer,
 ni lo seré mañana.

Llevo tiempo sin ser triste, y eso me gusta,
por lo menos, ya no tanto.

Lentamente vemos crecer pilares de entre las cenizas dentro de nuestros cuerpos cansados que transforman las sombras del pasado en románticos cuentos chinescos, y es realmente placentero sentir calmarse el mar que llevo dentro, con sus catástrofes, idas, venidas y mareos, aunque sólo sea un poco.


Me gusta mirar atrás en días como éste para comprobar que sigo estando en desacuerdo con el reflejo del espejo, y con todo y eso, me satisface devolverme la mirada, pues cada vez me cuesta menos hacerlo sin titubear.
 Si, citando a Oscar Wilde, cada uno somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro infierno, yo pretendo arder con fuerza, prendiendo lo primero las dudas y miedos, 
dejándo atrás los pesos que yo misma coloco en mis tobillos.
Si bien el caos es mi aliado inseparable, y no pretendo renegar del mismo.
Si mi mente es el propio diablo sobre mi hombro que distrae a mi conciencia y me lesiona fuertemente haciéndome caer de boca al suelo.
Si bien me hace pequeña y vulnerable, sin quererlo o controlarlo, 
también, y lentamente, cada vez me hace más fuerte.

Siento un extraño conflicto en mi interior que se debate constantemente, entre el sí y el no, arriba o abajo, alegría o tristeza, entereza o debilidad, correcto o incorrecto...
 y no cesa, y no cesa, nunca cesa.

Hace que exista una vibración dentro de mi estómago que ya no sé como calmar,
pues he intentado, he errado, he tomado, he salido, he llorado, he gritado, he amado, he pecado, y me he presentado las condolencias demasiadas veces antes de resucitarme y construirme de nuevo.

Tiendo a preguntarme si llegará el momento en el que yo misma sea suficiente para sanarme,
si llegará el momento en el que deje de torturarme. 
Si en algún momento la línea dejará de balancearse de arriba a abajo, para mantenerse estática, el tiempo suficiente como para sentirme en paz.
Hoy me apetece acurrucarme y lamerme las heridas que yo misma me he causado.

2 comentarios: