dolor


Que ya no tengo prisa, co...
que lo tuve todo por insistir,
mientras me lo arrebatabas.

Que me perdía entre tus poros
 cuando me devolvías la mirada,
y esa piel, tan negra y tersa, 
me desquiciaba.

Que ya no tengo prisa, co...
que lo tuve todo para tí,
mientras me lo arrebatabas.

El corazón, lento, me desgarra,
y siento no poder deshacer cada palabra,
 y no poder arrancarte de mi estómago
que entre nauseas me recuerda
que fue tan breve e  intenso...
que el infinito adiós es una espada...

Que ya no tengo nada, co...
mas que un recuerdo en tu sonrisa firme,
mas que una lagrima que ya no sale,
mas demasiado tiempo perdido,
y una bala ya cargada.


Fruto del odio que implantaste, 
mataría a Dios entre mis dedos,
por demostrar hasta en los cielos 
que el impacto fue certero,
tanto, que olvidar no es una opción,
al menos, sin vengar mi propia muerte primero.

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