Hoy me siento fría y sola,
inerte.
Como aquella fresca rosa imposible,
que tras luchar contra lo probable
y conseguir formar sus pétalos,
muere congelada.
Hoy me siento fría y sola,
abandonada en el camino por quien nunca fue a mi lado,
como siempre y como nunca,
fría y sola.
Hoy me cansé de acurrucarme entre mis brazos,
y acariciar mi suave espalda.
Me cansé de jueces y jurados,
de la terquedad de palabras inútilmente hostiles,
de las velas negras y de los velos negros.
Hoy, en esos días tristes de melancolía,
grito desde la agonía del silencio más sepulcral,
pues me mordí todas las uñas en su ausencia,
y ya no puedo rasgar las paredes de la ciénaga en la que me asfixio.
Y me siento morir lento, la respiración se ahoga,
y me atraganto entre mis lágrimas, que se secan antes de aflorar.
Pues siempre seré firme y tensa,
tersa, cual fiera que ve escapar su presa entre la maleza,
sin inmutarse siquiera,
a sabiendas de que no era para ella.
Jamás me sentí tan identificada con algo....
ResponderEliminarUn abrazo.