Hay huellas que son imborrables,
por mucho que lave mis sábanas,
hay manchas que perduran más allá
que el olor y el dolor,
que se clava cada vuelta de campana
que doy en esta cama
sin tí.
Es intolerable el afincarme en el sentimiento de ausencia
de alguien que jamás estuvo más allá de mis sueños,
que una noche de verano.
Y saber que esas noches nuestras son una muestra
del error universal,
del pecado capital actual,
del ansia de calor...
Y que no eres más que la imagen que mi mente refleja,
que ansía poseer,
porque jamás obtuvo.
Pero te sigo buscando cuando nadie me ve,
¿sabes?
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