Octubre


Ella, rosada y cálida
titubeante pero firme
era como un perfume
dulzón y algo empalagoso.

Él era algo más frío
firme e indeciso
era como un perfume
intenso y penetrante.

Los días de verano tocaron a su fin
con un encuentro a principios de Octubre
-un mes que ella solía amar mucho.

El calor dejaba de ser abrasador
y daba pié a noches más largas y sombrías.

Ella buscaba cruzar el cielo con los ojos cerrados
descubrir las estrellas en miradas cercanas
y surcar las nubes con sus cascos puestos.

No sabía dónde ir ni cómo mostrarse impasible,
pero quería ser fuerte.
Quería permitirse equivocarse una vez más
(Tras otra sin duda)
Siempre soñadora...

Grabó a sangre y aguja en su piel un mensaje de advertencia
pero no hizo caso...

Intentó descifrar el mensaje encriptado de sus lunares
pero falló y volvió a suspender
aquella asignatura que siempre tuvo pendiente.

Quiso creerse digna de alguien como él,
quizá sin tener en cuenta que alguien como ella
debería ser inalcanzable.

Y apunta en sus blogs a oscuras las frases que no dirá
las sílabas que tartamudearía a su frente
presa de la incomprensión y el pánico
a oir todo aquello que escuchaba cuando él fruncía sus labios.

Quizá le des demasiada importancia, princesa,
a los cuentos de hadas y mariposas.

Y en su ventana, las noches pasan lentas
el reloj de aguja que siempre luchaba contra ella
paró por instantes.

Y decidió dar pie al sueño perecedero
sobre el lecho que la anterior noche él había habitado
para así dejar de meditarle con los ojos abiertos
y soñarle eternamente.

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