24


Llueve, 
y ni siquiera lo escucho,
la música me envuelve.

Estoy mojada,
como mis calles,
la humedad me envuelve y ...
me estoy volviendo loca.

Estoy nostálgica,
y me envuelve.
Me siento ebria de sensaciones y carencias,
de ganas de comerme el mundo por los pies.

Me apetece beberme las ganas y caer redonda inconsciente,
dejarme fluir entre acordes y mis propios jadeos,
intentando tomar respiros en este calor infernal que me abruma.

También llueve dentro de mi habitación, 
cada gota sabe a vino amargo deslizandose por mi garganta,
endulzando los segundos de mi paz, 
dentro del caos.

Me siento plena e incompleta,
como un vaso a medias manchado de carmín rojo,
abandonado a causa de la pasión irrefrenable,
del ansia de ardor,
y en soledad.

Mañana siempre será un gran día,
pienso mientras mancho mis dedos,
oscuridad que frota mis párpados cansados,
mañana será un gran día.

Se me agota la nicotina y la energía,
las cenizas revuelven mis medias tintas,
agrietando los recuerdos que vuelven entre el estruendo de petardos,
mi padre y yo, 
mi hermana naciendo, 
mi vida, minúscula...

Se atisba el sonido, en la distancia,
de las gotas estrellándose con firmeza,
volviendo este momento aun más mágico...