En cuatro líneas


Olvidar lo aprehendido,
como quien tienta a la suerte,
de soltar un castillo de naipes,
a cuatro manos construido.

Presas


Hoy me siento fría y sola, 
inerte.

Como aquella fresca rosa imposible,
que tras luchar contra lo probable
y conseguir formar sus pétalos,
muere congelada.

Hoy me siento fría y sola,
abandonada en el camino por quien nunca fue a mi lado,
como siempre y como nunca,
fría y sola.

Hoy me cansé de acurrucarme entre mis brazos,
y acariciar mi suave espalda.
Me cansé de jueces y jurados, 
de la terquedad de palabras inútilmente hostiles,
de las velas negras y de los velos negros.

Hoy, en esos días tristes de melancolía,
grito desde la agonía del silencio más sepulcral,
pues me mordí todas las uñas en su ausencia,
y ya no puedo rasgar las paredes de la ciénaga en la que me asfixio.

Y me siento morir lento, la respiración se ahoga,
y me atraganto entre mis lágrimas, que se secan antes de aflorar.

Pues siempre seré firme y tensa,
tersa, cual fiera que ve escapar su presa entre la maleza,
sin inmutarse siquiera,
a sabiendas de que no era para ella.